Sentí ganas de llorar, para soltar esa tristeza dura que resfría el ánimo y le da un estornudo a la voluntad. Estaba frente al computador sin saber qué escribir, tan sólo esperando que alguna musa divina me poseyera y arrojara sobre las teclas toda la pasión que los sesudos escritores suelen desbordar en esos párrafos magistrales que tanto me esmero es subrayar. Pasé horas allí, soltando oraciones inconexas, sin sentido, tratando de imitar las frases que la noche anterior había leído. Volví al libro, recurría a las páginas con sus puntas dobladas, releí con sumo cuidado cada frase, cada palabra, haciendo un rápido ejercicio de desfragmentación, descuartizándolo todo, con el único propósito de saber cómo hacían estos héroes de pluma y tinta para escribir tan bien.
En las noches me atormentaba con eso; armaba frases geniales que al día siguiente olvidaba y me sumergían de nuevo en la abulia propia de la gente que no tiene nunca nada que decir ni escribir. Con la frente pegada a la almohada, surcaban en mi mente escenas magistralmente descritas sobre la puesta del sol entrando por la ventana y reflejándose en las cortinas. Metáforas perfectas que no salieron de los dedos de mi mente ni de las manos de mi imaginación. Demonios, cuándo escribiré así. Al día siguiente volvía la misma rutina. Leía cuanto libro caía en mis manos, releyendo los tan sonados clásicos: Nabókov, Twain, Chéjov, Flauvert, Fitzgerald, buscando claves, identificando recursos literarios: quizás era una aliteración, ajá, esta es una ironía, a lo mejor esto es una personificación. No sé, será mejor intentar de nuevo con la lectura. No hay nada más duro que ver pasar las horas con la vista puesta en una hoja blanca, tan vacía, tan sin cuerpo, sin venas ni sangre, tratando de conseguir la obra magistral que te llevará a la inmortalidad y te hará recobrar la calma necesario para dormir por las noches.
Una semana, dos, tres sintiendo el desazón de un cuerpo sin alma.
2 comentarios:
Will, muchas veces nos presionamos con el "cómo debería escribir vs cómo escribo". Lo cierto es que cada uno tiene un estilo y lo más lindo del mundo es explotarlo y pulirlo para, en vez de parecernos a alguien, ser nosotros mismos.
Con lo poco que he leído aquí en tu blog, te puedo decir que me gusta cómo lo haces, así que no te presiones tanto y si la musa no llega, simplemente olvídate de ella. Cuando sienta que no le paras, volverá.
Un abrazo,
Vero.
Jeje es cierto, los periodistas solemos ser muy duros con nosotros mismos. Por eso apunté hacia ese lado, porque nos enfrascamos en esa lucha por repetir los estilos que nos son ajenos, en lugar de afinar los propios. Es una lucha, un trabajo diario que debemos emprender todos los que queremos hacer de la escritura nuestra filosofía de vida: no imitar sino crear.
Gracias por tu oportuno comentario.
Besitos.
Will.
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